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Camino a un transporte más sostenible: una historia sobre ruedas

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¿Sabías que el primer motor de combustión fue un gasolina y que se implantó en un automóvil en 1886? De los caballos al vapor, pasando por el diésel, con su aliado verde el AdBlue, o la llegada de la electromovilidad. ¿Qué vino después y qué vendrá mañana? Todavía no sabemos con certeza hacia dónde va la industria de la automoción, ni cuál será finalmente la energía del futuro. Pero en este post te ofrecemos un breve tour por la historia del motor y sus tecnologías. ¿Nos acompañas?

La llegada del motor de combustión interna

El primer motor de combustión interna lo desarrolló en 1860 el ingeniero belga Etienne Lenoir. Consumía gas alumbrado, aunque solamente aprovechaba el 3% de la energía producida. Esta primera idea evolucionó pocos años después con el alemán Nikolaus Otto, que construyó el primer motor de combustión interna con un ciclo de cuatro tiempos. Originariamente era demasiado pesado para usarse en un vehículo de transporte, pero hoy se podría decir que éste fue el padre oficial del motor de gasolina.

¿Cuándo llegó esta tecnología a un coche? Fue Karl Benz quien obtuvo la patente para el primer automóvil en 1886. Se trataba de un vehículo en forma de triciclo propulsado por un motor con una potencia de 2/3 CV a 250 rpm. Las cuatro ruedas llegarían ese mismo año con Gottlieb Daimler. Salió al mercado en 1889 y, a partir de aquí, la industria automovilística empezó su carrera con motores de combustión.

La aparición del diésel, la alternativa a la gasolina

Los motores diésel llegaron como combustible alternativo a finales del siglo XIX, originariamente para maquinaria pesada y de carga. El nombre se lo dio su inventor, el alemán Rudolf Diesel, que diseñó en 1892 un primer motor de autoignición, aunque costoso y muy pesado. Por ese motivo, hasta principios del siglo XX no se implantaría en ningún transporte: en 1912 se probó en una locomotora y en 1923 en un camión. De hecho, el primer turismo diésel de producción en serie no apareció hasta 1936; y fue, de nuevo, un Mercedes-Benz.

Con los años, las mejoras a esta tecnología lo convirtieron en la elección predilecta para los conductores particulares, especialmente en los mercados europeos. Así, poco a poco, el diésel se consolidó como combustible más rentable y empezó a hacer sombra a la gasolina -que como curiosidad,hasta 2001, en España todavía incluía el plomo en su composición-. Hoy, el diésel sigue siendo la opción más habitual, por ejemplo, para el transporte de larga distancia.

El AdBlue como solución para un diésel más limpio

Si la gasolina emite más CO2 y tiene un mayor consumo, el diésel tenía otro problema: generaba un alto nivel de partículas en suspensión y de óxido de nitrógeno, también conocido como gases NOx. Estas emisiones se concentran a nivel local y pueden tener un efecto adverso sobre la salud. Pero, gracias al AdBlue, se reducen en un 99%.

¿Qué es el AdBlue y desde cuándo se fabrica? Se trata de una marca registrada de la Asociación Alemana de la Industria del Automóvil. El AdBlue es urea AUS32 (una disolución de urea automotiva en agua ultrapura), que se fabrica según el cumplimiento de los estándares de calidad de la ISO 22241.

Esta mezcla se introdujo en el mercado a partir de 2003 como solución para neutralizar las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) causadas por los escapes de los motores diésel del transporte pesado mediante un proceso denominado reducción catalítica selectiva (RCA); con la Euro 5 y la Euro 6, esta tecnología innovadora se popularizó también para el conductor particular. Si todavía no sabes cómo funciona, en este post encontrarás seis preguntas y respuestas para conocer lo básico de este aditivo.

¿Y ahora el vehículo eléctrico?

Tras el episodio conocido como Dieselgate, esta tecnología empezó a perder popularidad, a pesar de que su mayor rival, la gasolina, sigue siendo más contaminante. Cabe destacar, como ya hicimos en nuestro Libro Verde del Diésel, que los motores diésel de nueva generación contaminan hasta un 85% menos que los antiguos y emiten un 30% menos de CO2. Por ese motivo, retirar los coches más viejos de la circulación es clave para contribuir a una movilidad más sostenible. De hecho, solamente en España la edad media de los vehículos es de 13,1 años.

En su lugar, a lo largo de los últimos años han aparecido varias alternativas, como la electromovilidad, los motores propulsados a gas o el hidrógeno. Pero, ¿es el vehículo eléctrico el que prevalecerá en el futuro? Todavía es difícil de saber, porque no hay un plan definido. Las ventas de turismos electrificados han crecido este noviembre en España, pero las 70.278 unidades quedan todavía lejos de las 120.000 marcadas para este año y para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones del PNIEC.

De hecho, en septiembre de 2022 ANFAC señalaba al estancamiento de España en el desarrollo de la electromovilidad, según el indicador global que valora la penetración de los vehículos electrificados y la instalación de infraestructuras de recarga de acceso público. Con ello, quedan aún muchas incógnitas por resolver. Eso sin contar si se dispone de la red necesaria para cubrir esta demanda energética, o si las reservas de litio darán para la producción en serie de tantas baterías.

Así, aunque el Pacto Verde de Europa persigue conseguir la neutralidad climática en 2050, como os contábamos en este post, todavía hay un largo camino por recorrer antes de saber cuál será el siguiente peldaño en esta historia.

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